EN CASA DEL HERRERO...

Lo confieso, casi me la juega un/a desgraciado/a por incluir en mi lista del Messenger a alguien que no conocía, pero que quede claro que nunca lo hago y explico el contexto de la acción:

Al iniciar una sesión en Messenger veo que tengo una invitación para agregar un contacto. No conocía la dirección, pero como tenía un nick en portugués y yo acababa de venir de un congreso donde había varias personas de Brasil y Portugal, la fatal coincidencia me llevó a una precipitada asociación de ideas y pensar que podía incluir ese contacto sin problemas.

Al poco tiempo la dirección está activa y comienzo una conversación para averiguar de quién se trata. La otra persona la verdad es que lleva bastante bien la charla, dice que es de Brasil y me pregunta de dónde soy y mi edad (lo primero es fundamental ya veremos luego por qué, y lo segundo tal vez para calibrar sus posibilidades de éxito), y que me ha enviado la invitación por error, ya que tiene un amigo con una dirección similar.

Sin embargo a los cinco minutos la fastidia, porque se decide a no perder más tiempo y "atacar" a su presa (yo) con la frase clave en estas situaciones:

-"¿Me puedes llamar al móvil?".

Ahí dude entre jugar un poquito o impedir de inmediato que pudiera seguir en mi cuenta. Opté por lo segundo porque estas cosas me cabrean mucho. Además no quería arriesgarme a perder la cuenta de Messenger.

Hasta aquí esta gran anécdota, paradigma de las bondades de la red de redes.

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